El teletrabajo y la distancia social propician un mayor uso de ordenadores y dispositivos móviles, aumentando el riesgo de malas posturas y dolor de espalda
La irrupción de la pandemia ha cambiado nuestras vidas modificando hábitos y costumbres. En el ámbito laboral se ha dado un gran impulso al teletrabajo, una fórmula que se puso en práctica durante el confinamiento y que muchas empresas han mantenido como estrategia productiva. Ante la nueva situación, el Ministerio de Trabajo ha agilizado un anteproyecto de ley para regular esta modalidad con las máximas garantías.
Además del ámbito legislativo, hay que tener en cuenta aspectos relacionados con la salud. Trabajar desde casa puede propiciar posturas inadecuadas que pueden derivar en molestias musculares en diferentes zonas del cuerpo. Hay que considerar que cerca del 80% de la población ha sufrido o va a sufrir este tipo de dolor en algún momento de su vida y más de la mitad, según porcentajes referidos al farmacéutico o al médico de atención primaria, se ha visto obligado a limitar su actividad.
Al margen del teletrabajo, la nueva normalidad también favorece la dependencia de los dispositivos telemáticos en otros ámbitos ya que, para evitar el contacto físico, son más frecuentes las videollamadas, el e-learning y las compras on-line.
Además, es cierto que tanto el teletrabajo como la distancia social reducen los desplazamientos provocando, en definitiva, que nos acabemos moviendo menos y, en consecuencia, que tengamos una vida más sedentaria si no la compensamos con algún tipo de ejercicio o actividad física.
Ante esta situación resulta de vital importancia adquirir unos hábitos de buena higiene postural que eviten dolencias posteriores.
Una buena postura, la mejor forma de prevenir el problema
Ante el ordenador de sobremesa:
- Mantener la espalda erguida y apoyada contra el respaldo de la silla, que debe tener una altura de unos 50 cm por encima del plano del asiento y ofrecer un apoyo en la zona lumbar. Lo ideal es que pueda reclinarse y bloquearse en la posición deseada.
- Adecuar la altura de la mesa a la talla de cada uno, de manera que no resulte ni demasiado alta ni demasiado baja, evitando trabajar con la espalda encorvada.
- Recurrir al reposapiés. Las rodillas deben estar al mismo nivel que las caderas, formando un ángulo recto. Si es preciso, se debe recurrir a un reposapiés adaptado a la longitud de las piernas.
- Proporcionar apoyo a las muñecas y parte de los antebrazos en el borde de la mesa. Manteniendo alineados brazo y muñecas se disminuye la tensión muscular.
- Colocar la pantalla de frente, a unos 45 cm de distancia y a la altura de los ojos, de manera que la postura sea lo más neutra posible, sin inclinaciones y sin tener que girar el tronco. Los objetos que se utilicen con frecuencia deben estar al alcance de la mano.
- Hacer pausas para relajar y estirar la musculatura, evitando permanecer en la misma posición mucho tiempo.
Con el portátil o la tableta:
- Sentarse en una superficie que permita situarse frente a la pantalla manteniendo la espalda y los brazos apoyados. Si eso no es posible, no se debe colocar el portátil directamente sobre las piernas. Poner entre estas y el equipo una carpeta o un libro.
- No adoptar posturas como sentarse en el suelo, tumbarse o flexionar excesivamente el cuello. Las muñecas deben mantenerse siempre rectas.
Al utilizar el móvil:
- El teléfono no debe sujetarse entre el oído y el hombro. Si las manos están ocupadas, utilizar el micrófono o los auriculares.
- Limitar el uso. Algunas actividades, como actualizar o revisar las redes sociales, pueden demandar más tiempo del recomendable. Conviene marcarse unos límites.
Asimismo, y sumado a estos consejos, es clave que alternemos nuestras obligaciones laborales con la práctica de actividad física.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la práctica de actividad física aeróbica un mínimo de 150 minutos semanales, de intensidad moderada, o bien 75 minutos de actividad física aeróbica vigorosa cada semana, o bien una combinación equivalente de ambas a los adultos de 18 a 64 años.
Para ello, es imprescindible realizar siempre un calentamiento muscular para evitar lesiones y adaptar el ejercicio que vayamos a realizar a nuestra forma física para poder disfrutar de los múltiples beneficios de la práctica deportiva.
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