Las lesiones musculares son muy habituales en la práctica deportiva, sobre todo las que afectan a las extremidades inferiores.
Estos daños en los músculos pueden estar provocados por causas directas, como una contusión o una laceración, pero normalmente tienen su origen en factores indirectos asociados a un sobreesfuerzo muscular.
Dentro de la categoría de lesiones musculares, se incluyen dolencias como agujetas, contracturas provocadas por sobrecarga, o desgarros musculares completos que pueden requerir unos tres meses para su total curación.
Este tipo de lesiones musculares deportivas se caracterizan por la aparición de un dolor repentino, en forma de tirón o pinchazo, cuya intensidad dependerá del grado de afectación de los músculos implicados.
Aunque pueden tener un origen multifactorial, se asocian a la mala preparación física, a un desequilibrio muscular y a la fatiga.
Asimismo, para prevenir este tipo de lesiones, es fundamental realizar siempre un calentamiento específico para cada deporte antes de iniciar el ejercicio. De este modo, se conseguirá una mayor irrigación sanguínea de los músculos y, por tanto, minimizar el riesgo de sufrir un daño. También, al finalizar el entrenamiento, es clave bajar el ritmo progresivamente, nunca de golpe, y dedicar unos minutos a los estiramientos.
Las lesiones musculares deportivas más frecuentes
Entre las lesiones de tipo muscular que suelen afectar a las personas deportistas, destacan las localizadas en los siguientes músculos:
En función del tipo de daño muscular y su nivel de afectación, el proceso de curación puede variar de forma significativa.
No obstante, los diferentes tratamientos para las lesiones musculares deportivas se basan en ir preparando los músculos para recibir un estímulo cada vez superior.
Lo fundamental en cualquier caso es, en las primeras 24-72 horas, reducir el edema y la inflamación. Para ello, se recomienda aplicar el denominado método RICE. Es decir: Rest (descanso deportivo), Ice (aplicación de hielo), Compression (compresión) y Elevation (elevación de las piernas).
A pesar de que pueden tener un origen multifactorial, las lesiones musculares en el deporte se asocian a la mala preparación física, a un desequilibrio muscular y a la fatiga.
El objetivo es prevenir el empeoramiento de la rotura muscular, disminuir el hematoma y la inflamación, favorecer el retorno venoso y acelerar la recuperación.
Como medida concreta, se recomienda combinar la compresión con la crioterapia (aplicación de frío) en intervalos de 15 a 20 minutos de duración, repitiéndolo cada 3 o 4 horas.
Además, se pueden utilizar analgésicos como el paracetamol para aliviar el dolor. En cambio, hay que evitar el uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINES) como el ibuprofeno, ya que estos interfieren en la regeneración de los tejidos musculares.
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