El picor en la vulva es una molestia muy frecuente que afecta, de forma significativa, el bienestar de las mujeres.
Estos picores pueden llegar a ser muy intensos e invalidantes. Sobre todo, cuando se mantienen en el tiempo.
De hecho, quienes sufren de picores en la vulva suelen presentar más problemas psicológicos, entre ellos depresión. También tienen una menor satisfacción sexual.
Además, suele aparecer un ciclo prurito-rascado difícil de romper y que puede dar lugar a complicaciones que perpetúen el problema.
Más que una condición en sí, el picor en la vulva es un síntoma de vulvovaginitis. Así pues, lo importante es saber identificar la causa que está provocando esta inflamación y/o infección en la zona genital.
Sin embargo, el diagnóstico no siempre es sencillo por las particularidades de la vulva.
Para empezar, está en una zona donde se unen los tractos urinario, genital y gastrointestinal. Además, se trata de áreas de piel pilosa (con pelo), glabra (sin pelo) y mucosa.
A todo ello, hay que añadir que es una región en la que hay calor, humedad y fricción. Estos factores crean un efecto oclusivo, el cual acentúa la acción de los irritantes y puede complicar algunas condiciones cutáneas.
Otro aspecto que a veces puede complicar el diagnóstico es la presentación específica de ciertas condiciones dermatológicas en la vulva.
En concreto, hay menor presencia de escamas por el calor y la humedad de la zona.
Por todo ello, es importante que, ante el picor en la vulva, se haga un correcto diagnóstico.
También hay que evitar la automedicación, porque no siempre se trata de una infección por hongos.
En el picor en la vulva, las causas pueden ser muy variadas e incluso tener un origen multifactorial.
A nivel práctico, el prurito vulvar se puede clasificar en agudo y crónico.
El picor en la vulva de tipo agudo se inicia de forma súbita. En el de tipo crónico, en cambio, el prurito tiende a iniciarse de forma gradual.
En función de la causa de los picores en la vulva, estos pueden ir acompañados de otros síntomas.
Entre los más frecuentes, ardor, inflamación, enrojecimiento, molestias al orinar, dolor en las relaciones sexuales, mal olor y cambios en el flujo vaginal.
En los picores en la vulva de tipo agudo las causas pueden ser una infección o una dermatitis por contacto.
Las infecciones pueden ser producidas por hongos, bacterias, parásitos o virus. Por su parte, las dermatitis por contacto pueden ser irritativas o alérgicas.
La candidiasis vulvovaginal es la infección por hongos en la vulva más común.
Esta puede aparecer en cualquier etapa de la vida, pero hay un mayor riesgo en la adolescencia y durante la gestación.
Por ello, ante la aparición de picor en la vulva en el embarazo hay que descartar que se trate de una infección.
También puede deberse a una tiña cruris o inguinal, sobre todo en mujeres deportistas.
Hay diferentes bacterias que pueden causar picor vaginal y en la vulva.
Entre las vaginosis bacterianas más frecuentes se encuentran el estreptococo beta hemolítico del grupo A y el Staphylococcus aureus.
Los picores en la vulva pueden estar causados también por la presencia de parásitos en el área genital. Por lo general, se trata de infecciones de transmisión sexual.
Entre ellas, destacan la tricomoniasis, pediculosis pubis (popularmente conocida como piojos púbicos o ladillas) o escabiosis (sarna).
En el caso de las niñas, el picor en la vulva puede estar causado por la presencia de oxiuros. Se trata de parásitos intestinales que viven en el colon y el recto.
Se debería sospechar de oxiuros cuando hay picor vulvar en las niñas por la noche.
Las infecciones por virus que cursan con picor en la vulva también suelen transmitirse por contacto sexual.
Entre ellas, el herpes genital, el molusco contagioso y los condilomas acuminados.
Las dermatitis por contacto pueden ser irritativas o alérgicas, siendo más habituales las primeras.
La dermatitis por contacto irritativa se produce por un daño directo de la sustancia irritante. La dermatitis por contacto alérgica, en cambio, es una reacción de hipersensibilidad.
La irritación puede estar causada por la orina o las heces, siendo una de las causas de la dermatitis del pañal en bebés y niños pequeños.
El sudor, el uso de ropa ajustada, permanecer sentada mucho tiempo, la higiene excesiva y la depilación íntima son otros factores que pueden favorecer la irritación y los picores en la vulva.
También los productos para el aseo y la higiene íntima. Entre ellos, compresas, tampones, preservativos y jabones o geles.
Los detergentes, suavizantes y tintes de ropa pueden igualmente irritar la zona genital.
Las dermatitis de contacto alérgico son menos comunes y suelen estar provocadas por fragancias, antibióticos tópicos, níquel, conservantes y anestésicos tópicos.
Las infecciones, las dermatitis por contacto y las afecciones cutáneas son las principales causas de picor vulvar.
Los picores en la vulva de tipo crónico suelen estar causados por afecciones de la piel o por vaginitis atrófica.
No obstante, también algunas enfermedades intestinales pueden causar este síntoma, al igual que ciertas enfermedades sistémicas.
En ocasiones mucho menos frecuentes, el picor en la vulva puede tener su origen en enfermedades pre-malignas o malignas (neoplasias).
Hay diferentes afecciones dermatológicas que pueden causar prurito vulvar.
Entre las más frecuentes, el liquen escleroso, el liquen plano, la psoriasis, la dermatitis seborreica, la dermatitis atópica y el liquen simple crónico.
La atrofia vaginal suele ocurrir en etapas donde los niveles de estrógenos son bajos. Como consecuencia, la vulva es más vulnerable a irritantes y traumatismos. También, al coito.
Cuando las concentraciones de estrógenos son bajas, también disminuyen las secreciones y aumenta el pH, alterando la flora vaginal. Esto provoca un mayor riesgo de infecciones como la cistitis.
En este contexto, la sequedad vaginal es muy habitual y esto puede provocar picor en los genitales femeninos.
La sequedad vaginal en la menopausia es la entidad más conocida. Sin embargo, esta puede darse en otras etapas.
Por ejemplo, suele haber sequedad vaginal en el postparto y durante la lactancia.
Las bajas concentraciones de estrógenos en las niñas también las hace más propensas a vulvovaginitis y picores en la vulva.
Esto se debe a que la piel es muy delgada y, por tanto, más susceptible a traumatismos. También a la irritación por orina, heces, productos para la higiene y agentes tópicos.
En caso de dermatitis atópica, la barrera cutánea está alterada y esto favorece el efecto de los irritantes.
Las hemorroides, las fisuras anales y las fístulas pueden causar picor en el ano y la vulva.
Esto se debe a que el prurito, aunque se inicie en la zona anal, puede extenderse hacia los genitales.
De hecho, estas lesiones también pueden causar dolor en la vulva al ejercer presión sobre los nervios de esta área.
Algunas enfermedades como la diabetes mellitus pueden favorecer el picor en la vulva. También el déficit de hierro o anemia.
A veces, el prurito en la vulva se manifiesta sin causa reconocible y entonces puede sospecharse de picor por estrés.
Más raramente, el picor genital puede indicar la presencia de enfermedades precancerosas de la vulva.
El tratamiento para los picores vulvares dependerá de la causa que lo origina.
Sin embargo, también puede ser necesario prevenir o tratar infecciones secundarias y acabar con el ciclo prurito-rascado.
Paralelamente, es fundamental adoptar medidas de higiene y cuidados íntimos respetuosos con esta zona.
En el caso de hongos en la vulva, se deberá emplear cremas o pomadas con sustancias antifúngicas.
Si el picor en la vulva es por una infección bacteriana, en cambio, se realizará un tratamiento con antibióticos.
Cuando se trata de prurito vulvar por falta de estrógenos, se puede aplicar una crema de 17β-estradiol o estriol a nivel local de la mucosa de la vagina.
Para cualquier otra enfermedad, se requerirá un tratamiento específico para combatirla.
En caso de que no se pueda identificar la causa de los picores en la vulva, se pueden aplicar corticoides tópicos, como clobetasol.
En caso de no poder utilizar corticoides, se puede recurrir a los inhibidores de calcineurina (pimecrolimus y tacrolimus)
Paralelamente, se puede aplicar lidocaína en gel al 2%.
El rascado puede favorecer la aparición de heridas y las infecciones secundarias. Sobre todo, candidiasis o infecciones vaginales bacterianas.
Si estas están presentes, deben tratarse. A veces, sin embargo, puede estar indicado iniciar un tratamiento preventivo.
En caso de lesiones exudativas, se aconseja utilizar productos con acción secante y astringente.
Estos suelen contener principios activos como los sulfatos de zinc, cobre y alumínico-potásico.
Al eliminar el exudado, estos productos favorecen la curación de la piel, reducen el riesgo de infecciones, alivian el picor en la vulva y eliminan el mal olor.
Cuando hay mucho picor en la vulva, el rascado es casi inevitable. Sobre todo, durante la noche.
Por ello, se recomienda mantener las uñas cortas y dormir con guantes.
También puede indicarse la administración de medicamentos sedantes dos horas antes de dormir. Entre ellos, hidroxicina, difenhidramina, amitriptilina o doxepina.
Durante el día, pueden prescribirse inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina como citalopram, fluoxetina o sertralina.
Para prevenir la aparición de picores en la vulva es importante tener unos hábitos de higiene y cuidado íntimos adecuados.
Autor: Laboratorios Viñas, departamento científico.
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Redacción. Prurito anal y genital [en línea]. Fundación Piel Sana. Academia Española de Dermatología y Venereología, 2018. https://aedv.fundacionpielsana.es/wikiderma/prurito-anal-y-genital/
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